miércoles, 14 de mayo de 2008
domingo, 11 de mayo de 2008
El éxito del estilo Cahuala
La vida en comunidad y el sentido del escultismo han influido en los dos importantes proyectos que tienen los Cahuala.
Colegio Cahuala:
En 1990, cuando sus hijos ya estaban creciendo, vieron que la isla carecía de buenos establecimientos educacionales. Ahí decidieron fundar el Colegio Cahuala en Castro, que en un principio fue privado y actualmente es particular subvencionado. Actualmente tiene 400 alumnos, entre ellos 6 hijos de personas de la comunidad. El colegio ha obtenido el mejor puntaje en pruebas SIMCE y PSU de la provincia, y a nivel nacional ocupa el lugar 206. En el establecimiento destaca el énfasis en la formación valórica y el caracter de sus alumnos.
Cahuala Consultores:
Esta consultora, oficina dedicada al desarrollo organizacional de empresas, partió el año 1995 en Chiloé. Gracias al éxito obtenido, el año 2000 instalaron una oficina en Santiago. Hoy cuentan con unos 150 clientes a lo largo del país, entre las que destacan la mayoría de las principales empresas de distintos rubros económicos. Desde hace varios años Cahuala Consultores ocupa los primeros lugares en los rankings de las más importantes empresas consultoras del país.
jueves, 10 de abril de 2008
LA FUERZA DEL LIDER
Todo este largo recorrido ha estado marcado por la presencia de su líder, Enrique Urrutia , quien fue el coordinador de todos los scout de sus respectivos colegios cuando los fundadores de Cahuala eran guías de esos grupos. Hoy, Urrutia, tiene 63 años y sigue siendo un importante referente.
"A mucha gente le llama la atención la importancia de Enrique en la comunidad, pero alguien tiene que ejercer un liderazgo... él hace esa labor porque es un tipo muy carismático y muy sensato", explica Fidel Miranda, Director de Ferrocarriles y Asesor de la Dirección de Presupuesto de Hacienda, quien viaja a menudo a la comunidad para visitar a su cuñada, Magdalena Serrano , y a sus sobrinos.
El rol de Urrutia es definido por algunos miembros de la comunidad como el de "un capitán de barco". Él coordina la toma de decisiones y mantiene viva la mística al interior del grupo. Es el que ha sido más firme en mantenerse y representar los principios de los Cahuala.
La organización económica de la comunidad se basa en un fondo común, al cual van a parar todos los ingresos de las distintas empresas del grupo. Hay un equipo administrador de dineros -que cambia cada cierto tiempo- y que se preocupa de distribuir las platas de acuerdo a las necesidades de cada persona.
La estructura familiar también tiene singularidades. En las 100 há. que hoy poseen hay 10 casas donde viven las parejas. Al centro se ubica la casa principal, que opera como el punto de reunión de todo el grupo. Ahí, a menudo, almuerzan y comen todos juntos. Tras la cena, reflexionan sobre las actividades del día. También ven televisión -cuentan con señal satelital- y se recrean con distintas actividades.
En la casa principal están las habitaciones de los hijos. Hoy son 7 adolescentes, a los que se suman 6 jóvenes que vivieron ahí y que hoy están estudiando en Valdivia y Santiago.
Los niños pasan a la casa principal cuando ellos y sus padres así lo deciden. En general, ese proceso se concreta en la preadolescencia, cuando los mismos hijos manifiestan deseos de independencia. El objetivo, según los cahuala, es que cuando sus propios padres deban viajar a Santiago u otra ciudad por trabajo -algo que hacen a menudo-, los niños queden al cuidado de los otros adultos del grupo, quienes se encargan de su educación. Todo Cahuala es, según sus integrantes, "una casa grande donde se cría a los niños en comunidad".
Entre las actividades diarias está la meditación, que se realiza por la mañana y la tarde. Los Cahuala se definen como una comunidad abierta:sus miembros pueden alejarse y también puede ingresar gente nueva. Muchos han pasado por momentos de crisis, en los que han tenido dudas sobre su permanencia, principalmente por el afán de desarrollarse en lo profesional. Cuando eso ha ocurrido, algunos han optado por alejarse de Cahuala por un tiempo para reflexionar y evaluar si efectivamente quieren seguir.
En 20 años, seis personas se han marchado, la mayoría de las cuales ha mantenido con los miembros la amistad que habían tejido en la comunidad. En el mismo período han ingresado cuatro nuevos integrantes. "No hay requisitos de ingreso, sino que es un proceso súper natural" explica Carlos Manríquez , sicólogo y socio de Cahuala Consultores (ver recuadro).
miércoles, 9 de abril de 2008
EL COMIENZO DEL VIAJE
A partir de octubre de 1987 comenzó a llegar un grupo de 12 adultos y cuatro niños hasta Huillinco con la intención de establecer un "campamento permanente" en Chiloé. Algunos eran pareja y otros estaban solos, pero lo que los unía era el escultismo. Todos eran jefes scouts de distintos colegios de la capital, como el Santiago College, Saint Gabriel's, Lincoln y Sagrados Corazones. Cansados de la ciudad, y esperando realizar su proyecto de vida, dejaron todo para instalarse en carpa en la isla, en un terreno de 20 hectáreas comprado con sus ahorros personales a unos 5 kms. del pueblo. Ahí construyeron una primera casa que estuvo lista después de cuatro meses de trabajo. En ese período, arrendaron otra residencia en Huillinco para las mujeres y los niños, mientras los hombres -junto a vecinos de la zona- trabajaban en la edificación del refugio.
En un principio no fue fácil. Muchos no contaban con el apoyo de sus padres, que vieron en esta idea una verdadera locura. "Mi mamá y mi papá se cuestionaban '¿pero qué te hice?', le preguntaban a mi hermano, porque hay una pérdida. El les explicaba que quería ser más independiente", cuenta Hernán de la Maza , hermano de Horacio, un miembro de Cahuala, al que suele visitar junto a sus padres.
En Huillinco nadie les tenía fe. Pensaban que después del primer invierno se marcharían a Santiago. Lo mismo creían los familiares de esos jóvenes. Han pasado 20 años y el espeso bosque que habitaban hoy es un parque con lagunas, puentes colgantes y casas. "Al año ya estábamos recibiendo a nuestros papás. Muchos de ellos soñaban con que fuéramos profesionales, gerentes de empresas y todo eso. Cuando llegaban, quedaban medio espantados con lo que estábamos haciendo, porque en esa época era todo precario y sacrificado, hoy es casi perfecto. A nosotros, al principio nos gustaba esa precariedad", cuenta Rafael Molina, sicólogo, uno de los fundadores de los Cahuala, hoy ya retirado de la comunidad y socio de una firma de consultorías en Santiago.
Antes de llegar a Chiloé, estos jóvenes habían vivido en comunidad en una casa en el barrio Bellavista, en Ernesto Pinto Lagarrigue. "En esa época todos éramos súper independientes y medios hippies. Todos nuestros vecinos eran universitarios solos, que arrendaban. Muchos soñaban con vivir en comunidad. No era tan raro en esa época, lo que pasa es que no a todos les resultó" dice Molina.
La comunidad en Bellavista se llamaba "Las Rosas". Estudiaban, trabajaban y pasaban horas en la salita de música que habían armado, interpretando hits de Sui Generis y el rock progresivo de Emerson, Lake & Palmer. Se comprometieron a no partir a la isla hasta terminar sus estudios universitarios, lo que les daría una base para empezar una vida en la ciudad en caso de que se cansaran de Chiloé.
Alejandra Pinto, miembro de Cahuala, partió sin haber terminado la universidad. Una vez allá, decidió volver a Santiago a terminar sus estudios. Similar situación vivió Molina, que se fue recién casado y sin terminar su memoria de Sicología en la Católica. "Me tuve que devolver a Santiago a hacer mi tesis. La idea era armar una oficina de profesionales en Castro, y necesitábamos estar titulados".
martes, 8 de abril de 2008
LOS VECINOS
Fueron los vecinos de la comunbidad los que los bautizaron como "los Cahuala", porque ese sector lleva el mismo nombre. En la comunidad trabaja gran parte de los lugareños, quienes realizan labores domésticas, ganaderas y de carpintería.
En las comunas de Castro y Chonchi también se les reconoce. El diputado UDI Claudio Alvarado , afirma que los Cahuala han tenido "una muy buena iniciativa, que fue crear un colegio". El alcalde de Castro, Nelson Águila (DC), define la relación con la comunidad como muy buena, y destaca la labor que realizó a cargo de la dirección del hospital de Castro la "cahuala" Silvia Venezian.
La folclorista Cleofa González, nacida y criada en la zona, dice que "ellos nos han ayudado mucho. Nunca van a negarte nada". Hace algunos meses, Susana Contreras, miembro de la comunidad y tesorera de la junta de vecinos, luchó junto a González para ganar el Centro Comunitario de Salud Familiar (CECOF) para Huillinco, que se comenzará a construir en los próximos meses.
LOS CAHUALA: LA COMUNIDAD DE LOS ETERNOS SCOUT
Llegaron como un grupo de veinteañeros a fundar su "campamento permanente" en tierras chilotas a finales de los '80. Hoy son profesionales exitosos que bordean los 40 años y viven bajo el liderazgo de su jefe scout de juventud. Su particular y reservado estilo de vida ha despertado la curiosidad de los habitantes de la zona. A 20 años de la aventura que emprendieron desde colegios de la elite santiaguina, los Cahuala abren por primera vez las puertas de su refugio.
Acceder a hablar con los Cahuala no es tarea fácil. Los miembros de esta comunidad fundada hace dos décadas en las cercanías del lago Huillinco, en Chiloé, bajo los preceptos de los scouts, valorizan su intimidad. Llegar a la comunidad asombra. Árboles milenarios, cascadas de agua y cuidados senderos rodean a las 32 personas que habitan allí y que en los años '80 se decidieron a realizar el sueño que muchos otros jóvenes de esa época quisieron en algún momento: vivir en comunidad en el sur, inspirados por "El horticultor autosuficiente", libro que trata sobre cómo auto-sustentarse viviendo en el campo.
La desconfianza, dicen ellos mismos, se debe a que mucha gente de afuera mira con recelo su estilo de vida y "no respeta la diversidad". Al principio, a los lugareños les intrigaba el que un grupo de santiaguinos se internara en la zona e instaurara -en un predio que hoy alcanza las 100 hectáreas- una comunidad muy hermética y con costumbres no tradicionales. Los cahuala son un grupo de adultos que ya bordea los 40 años y que reconoce a un líder -que por edad bien podría ser su padre- al que definen como un "capitán de barco". Al entrar en la adolescencia, los hijos de los integrantes tienen sus dormitorios en la casa central del complejo -donde están también el comedor y la cocina grupal- y no en la casa de sus padres.